21 sept 2022

Se puede … ¿Se debe?

Posted by Emmanuel Benigni on miércoles, septiembre 21, 2022 in , , | No comments
 
     Porque más vale tarde que nunca, una breve reflexión en torno al intento de magnicidio en Argentina, las implicancias para lxs docentes y las posibilidades que se abren en el aula.

    Septiembre empezó agitado: Un aparente lúmpen intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner, nuestra vicepresidenta. Gatilló, pero el tiro no salió. Lo que quedó en la cuerda floja, fue el consenso democrático que conquistamos en 1983, y que pese a todo se mantiene hasta hoy: la idea de que hay unas reglas de juego, cuyo respeto permiten que convivamos los que tenemos ideas tan diferentes.


   Partiendo de esta premisa, se abrieron dos debates para los docentes. Entiendo que uno es mucho más polémico que el otro; siendo que es el que debería ser más fácil de responder, es una señal de los tiempos que estamos viviendo. Voy a empezar al revés.

    El segundo debate es ¿Se puede abordar en el aula? De hecho ¿por qué esto debería ser un debate? Voy a partir de mi experiencia en dos cursos. En ambos me pasó algo similar: comencé la clase planteando la necesidad de charlar sobre lo que había pasado, sus implicancias para la democracia, y de pensar juntos si podíamos sacar una lección a futuro. Entre un 70 y un 80% de la clase planteó lo mismo: “estuvo armado”. Los argumentos eran variados: que era muy raro, que un tiro no podía fallar, que era muy casual que Cristina se había agachado justo, que Fernando Sabag Montiel era en realidad un militante de La Cámpora, etc. Es decir, una mezcla de desconocimiento y fake news que se me derrumbaron encima.

    Antes de ir a trabajar, me había informado bastante sobre el tema, sobre todo pensando en cómo abordarlo y para qué. Me ayudó -y me envalentonó-una publicación que me compartió generosamente Laura, otra profe de Historia, que brindaba fundamentos legales y recomendaba bibliografía. Pero nada me había preparado para ese panorama con el que me choqué, ya que la comunicación estaba viciada, primaba una especie de cacofonía en la que iba a ser difícil que la palabra circulara con fluidez. Entonces ¿Qué podía hacer? Enojarme no era una opción: si los estudiantes no sabían, o bien se habían creído información que era falsa, se jerarquizaba la necesidad de una figura que los pudiera orientar entre tanta confusión. Pero tampoco era una opción entrar en la dinámica de “frontón”; es decir, no podía convertirme en la pared que recibía todas las pelotas, desmintiendo cada una de las cosas dichas, que no eran ciertas. Ante lo cual les dije que pausábamos la charla hasta la clase siguiente. Les di algunos puntos para investigar, les recomendé algunos sitios confiables, como chequeado, y se fueron con una responsabilidad. Quedé a la expectativa.
 
    En el entretiempo, me encontré con esta entrevista de ClipTV[1], hecha en las calles de San Nicolás, la ciudad donde vivo y trabajo, y caí en la cuenta de dos cosas: que la gente que hablaba sin fundamento era bastante mayor, que podían ser los padres o abuelos de mis estudiantes, y que, por lo tanto ¿Cómo ellos no iban a sentirse autorizados a replicar eso que habían escuchado? El panorama no era bueno.
 
    Sin embargo, cuando nos volvimos a encontrar, la situación fue completamente diferente: la cacofonía dio lugar a una comunicación mucho más limpia, donde cada uno estaba dispuesto a hablar con seguridad, y al mismo tiempo a escuchar. Muchos tomaron seriamente la responsabilidad de investigar para luego poder hablar en forma autorizada, y se habían informado. Ellos mismos fueron desmontando las fake news que habían circulado con facilidad la clase anterior; la palabra circuló, y pudimos charlar y reflexionar juntos: lo que pasó, fue terrible para nuestra convivencia democrática, y podría haber sido mucho peor. Podemos discutir, estar en desacuerdo, proponer cosas diferentes; pero nunca jamás la solución puede ser la eliminación del otro.

   Entonces: pese a la ola creciente de desinformación, y a la polarización que divide a nuestra sociedad, podemos abordar este tema en el aula. Sin recetas, algunas claves serían la de habilitar la circulación de la palabra y el diálogo, y la de empoderar a lxs estudiantes con la responsabilidad de hacerse cargo de lo que dicen, pudiendo investigar, chequear la información, etc. Es un gran ejercicio de fortalecimiento del pensamiento crítico.

     Ahora bien, el primer debate sería: ¿Se debe abordar en el aula? ¿Qué derecho o qué responsabilidad tenemos lxs docentes, para dejar a un lado el contenido que estemos tratando, y dedicarnos a algo que puede ser tildado de “político”?

    Como respuesta, sirve invertir el interrogante: como docentes ¿Qué derecho tenemos a no hacerlo, siendo que debemos habilitar a los ciudadanos que los estudiantes ya son, para que tomen en sus manos la defensa de la democracia, la reproducción consciente de la sociedad en la que vivimos, y la construcción de una que sea cada día más justa? ¿Cuál sería nuestra responsabilidad, si no lo hiciéramos? Más teniendo en cuenta un estado de cosas en el que es prioritario brindar herramientas para distinguir lo verdadero de lo falso, en las noticias que circulan; para demostrar esto fue que abordé invertidos los debates.

   Arriba decía que este debía ser el interrogante más fácil de responder, aunque se convirtió en el más polémico. Es que, siendo todo muy reciente, ni siquiera la mayoría de la docencia se volcó a reflexionar sobre esto en las clases. Hubo varias reacciones para elegir: la bronca contra el feriado, porque había que reflexionar en el aula y no en la casa; el silencio liso y llano; o bien la sospecha. Hoy, a 20 días del hecho, va quedando todo mucho más claro: había una organización, financiada aún no se sabe por quién, que planificó el atentado, y falló.

    Esta claridad que vamos ganando hoy, le va a dar más fuerza a los interrogantes retrospectivos: hubo un intento de magnicidio, lxs docentes debíamos actuar de una determinada manera, unidxs a pesar de nuestras diferencias, en defensa de la democracia y, sin embargo, la justeza de esto se puso en duda ¿Por qué? Acá comparto lo escrito por Schagrodsky hace unos días: el problema no es que nuestra sociedad esté polarizada; es la radicalización de la derecha, que está dispuesta a hacer cualquier cosa, y a impugnar cualquier verdad, por más universal que sea, en su carrera hacia el poder o hacia la destrucción del enemigo, lo que suceda primero. Este estado de cosas habilita que una parte minoritaria de lxs docentes, elija mirar para otro lado antes que “quedar pegada a Cristina”; y que otra, mucho mayor, no encuentre bases firmes desde donde justificar su intervención, tenga miedo por una posible impugnación de padres, directivos o de los propios estudiantes, etc.

    Por eso me parece importante afirmar esto: lxs docentes debemos tocar este tema, y además podemos hacerlo, si generamos las condiciones propicias. No es que vamos a revolucionar el país si lo hacemos. Pero ¿no podríamos ayudar a que algunas cosas, estén un poco mejor?
[1] Un debate en sí mismo, es hasta qué punto ayuda que los medios, como en este caso, repliquen esas opiniones sin distinguir luego lo verdadero de lo falso. Contribuyendo, en los hechos, a desinformar.

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