25 sept 2022

“Berlín”: un comic para abordar la república de Weimar. Recurso y actividades.

 

Debe haber pocos temas tan complejos y fascinantes como el de la república de Weimar en Alemania; es decir, esa etapa que se abre una vez terminada la gran guerra, con la abdicación imperial, la derrota, la firma de la paz, y al mismo tiempo la represión del levantamiento espartaquista, y que se cierra con la llegada de Hitler al poder como dictador.

¿Por qué meterse con este tema? ¿No sería mejor ir directamente desde la guerra, al nazismo en el poder? En mi opinión, el problema con esto es abonar a la teoría ya instalada como sentido común, de que lo fundamental no sería cómo un movimiento de ultra derecha arraigó en una parte grande del pueblo alemán, llegó al poder e impuso unas reglas de juego completamente barbáricas; sino cómo un “loquito” convenció a los alemanes e instauró su reino del terror. Justamente, si nos detenemos en la década del ’20, podemos hurgar en algunos elementos de continuidad, que nos permitan ubicar a Hitler, que es fundamental como protagonista individual, en los vaivenes sociales y colectivos de la Alemania de posguerra.

Hay varios recursos audiovisuales al respecto. Por ejemplo, “El huevo de la serpiente” de Ingmar Bergman, que trabaja la idea de algo que ya se venía gestando, con la inflación, el antisemitismo, el libertinaje de Berlín, y que era cuestión de tiempo para que tomara su forma definitiva. Otra producción espectacular es “Babylon Berlin”, una serie alemana que tiene como protagonista a un detective, en el mismo contexto del que venimos hablando, y donde podemos visualizar tramas políticas, como el rearme alemán con la dirección de una parte de sus fuerzas armadas y la pasividad del gobierno, el poder de la URSS y la influencia de la izquierda, etc. La recomiendo mucho; en algún momento sé que la pasaban por Europa Europa y por Flow; yo la conseguí por Torrent, y algunos la han visto por Stremio.

Pero la obra que me ha parecido más útil para usar en clase es “Berlín” a secas. Un comic realizado por el estadounidense Jason Lutes, que nos sitúa inicialmente en esa ciudad en 1928, y a través de un conjunto de protagonistas muy diversos, reconstruye el tiempo histórico “desde abajo”: cada uno tiene su vida, sus preocupaciones, sus problemas, su historia. Pero vive y participa de la dinámica de una ciudad donde pasan cosas, por lo menos políticamente hablando, que son difíciles de entender de otra manera.


En mi caso, seleccioné algunas páginas, a través de las cuales podemos abordar los siguientes puntos:

  •   La fuerza que tenía el comunismo y la izquierda en general, y las heridas abiertas a partir de los asesinatos de Karl Liebchnet y Rosa Luxemburgo en 1919.
  • Los debates dentro de la izquierda, acerca del problema de sostener que los Socialdemócratas y los Nazis eran lo mismo.
  • La importancia que ya tenía el Partido Nazi.
  • Las movilizaciones callejeras con impronta militar de todas las fuerzas políticas.

Además, se presta mucho para abordar cuestiones como el análisis del lenguaje del comic en sí: por qué el autor relata y retrata las cosas de una manera y no de otra, cómo reconstruye visualmente la ciudad de Berlín, etc. Porque es una obra de arte en serio.

No es un recurso para trabajar a la ligera, así que, si estás apretadx con los tiempos, guardalo para otra ocasión. Yo lo usé en un 4° donde ya habíamos charlado sobre el tema, y había varias nociones que permitieron una comprensión básica del comic. Una clase entera (2h), se la dedicamos a la lectura y al diálogo: leyeron la primera parte que indico en las consignas, e hicimos una puesta en común, con el eje puesto en las mismas; y luego proseguimos con la segunda parte. Los noté más dispersos en esa segunda etapa, pero durante la primera hora estuvieron muy enganchadxs. Y le voy a dedicar otra clase entera a que pongan por escrito las respuestas a las actividades, con mi ayuda. Por otro lado, sí me parece necesario tener algún material bibliográfico o de otro tipo, que permita la contextualización y el diálogo entre un recurso y el otro; en mi caso, veníamos trabajando con un capítulo del texto de Rizzi que también detallo más abajo.

Acá, lo que diseñé yo:

Historia 4° año ES – Actividades/La república de Weimar

Bibliografía

Rizzi, A. (2014) “El nazismo”, en Historia: La Argentina, América Latina y el mundo en la primera mitad del siglo XX. Contextos digitales pp. 88, 89, 90, 91. Buenos Aires, Kapelusz.

 Lutes, J. (2005) Berlín: ciudad de piedras, pp. 144-147, 152-161, 187-213. Barcelona: Astiberri.


Actividades

Lea hasta la página 161 del comic y resuelva:

1.    Caracterice a cada uno de los siguientes protagonistas, tratando de indicar a qué se dedican, cómo piensan, etc.:

a.       Braun

b.       Gudrun Braun

c.       Lemke

d.       Thalmann

e.       Severing

f.        Irwin

2.    Redacte un texto donde contextualice el comic. Tiene que ir más allá del mismo, usando la información de la bibiliografía. Es importante señalar dónde y cuándo tiene lugar, qué estaba sucediendo, cuáles eran los conflictos, etc.

3.    ¿En qué consiste el debate político que tienen Severing e Irwin?

Lea hasta la página 213 del comic y resuelva:

4.    ¿Cuál es el conflicto que se desarrolla? ¿Cómo se resuelve?

5.    ¿Qué recursos usa el autor para transmitir lo que pretende transmitir?

6.    Investigue quién es el personaje al que se refieren como el “gauleiter de Berlín”

 

Acá podés visualizar y descargar la selección de páginas que hice del comic.

De acá podés descargarlo entero.

Acá, por las dudas, dejo el capítulo de Rizzi al que hago mención.

Como siempre, espero que sirvan. A mí me dieron resultado, pero al ser la primera vez que las uso, seguramente haya algo que pueda cambiar. Si se te ocurre algo distinto, o querés contar tu experiencia, lo podés hacer en los comentarios. Nos leemos.

21 sept 2022

Se puede … ¿Se debe?

 
     Porque más vale tarde que nunca, una breve reflexión en torno al intento de magnicidio en Argentina, las implicancias para lxs docentes y las posibilidades que se abren en el aula.

    Septiembre empezó agitado: Un aparente lúmpen intentó matar a Cristina Fernández de Kirchner, nuestra vicepresidenta. Gatilló, pero el tiro no salió. Lo que quedó en la cuerda floja, fue el consenso democrático que conquistamos en 1983, y que pese a todo se mantiene hasta hoy: la idea de que hay unas reglas de juego, cuyo respeto permiten que convivamos los que tenemos ideas tan diferentes.


   Partiendo de esta premisa, se abrieron dos debates para los docentes. Entiendo que uno es mucho más polémico que el otro; siendo que es el que debería ser más fácil de responder, es una señal de los tiempos que estamos viviendo. Voy a empezar al revés.

    El segundo debate es ¿Se puede abordar en el aula? De hecho ¿por qué esto debería ser un debate? Voy a partir de mi experiencia en dos cursos. En ambos me pasó algo similar: comencé la clase planteando la necesidad de charlar sobre lo que había pasado, sus implicancias para la democracia, y de pensar juntos si podíamos sacar una lección a futuro. Entre un 70 y un 80% de la clase planteó lo mismo: “estuvo armado”. Los argumentos eran variados: que era muy raro, que un tiro no podía fallar, que era muy casual que Cristina se había agachado justo, que Fernando Sabag Montiel era en realidad un militante de La Cámpora, etc. Es decir, una mezcla de desconocimiento y fake news que se me derrumbaron encima.

    Antes de ir a trabajar, me había informado bastante sobre el tema, sobre todo pensando en cómo abordarlo y para qué. Me ayudó -y me envalentonó-una publicación que me compartió generosamente Laura, otra profe de Historia, que brindaba fundamentos legales y recomendaba bibliografía. Pero nada me había preparado para ese panorama con el que me choqué, ya que la comunicación estaba viciada, primaba una especie de cacofonía en la que iba a ser difícil que la palabra circulara con fluidez. Entonces ¿Qué podía hacer? Enojarme no era una opción: si los estudiantes no sabían, o bien se habían creído información que era falsa, se jerarquizaba la necesidad de una figura que los pudiera orientar entre tanta confusión. Pero tampoco era una opción entrar en la dinámica de “frontón”; es decir, no podía convertirme en la pared que recibía todas las pelotas, desmintiendo cada una de las cosas dichas, que no eran ciertas. Ante lo cual les dije que pausábamos la charla hasta la clase siguiente. Les di algunos puntos para investigar, les recomendé algunos sitios confiables, como chequeado, y se fueron con una responsabilidad. Quedé a la expectativa.
 
    En el entretiempo, me encontré con esta entrevista de ClipTV[1], hecha en las calles de San Nicolás, la ciudad donde vivo y trabajo, y caí en la cuenta de dos cosas: que la gente que hablaba sin fundamento era bastante mayor, que podían ser los padres o abuelos de mis estudiantes, y que, por lo tanto ¿Cómo ellos no iban a sentirse autorizados a replicar eso que habían escuchado? El panorama no era bueno.
 
    Sin embargo, cuando nos volvimos a encontrar, la situación fue completamente diferente: la cacofonía dio lugar a una comunicación mucho más limpia, donde cada uno estaba dispuesto a hablar con seguridad, y al mismo tiempo a escuchar. Muchos tomaron seriamente la responsabilidad de investigar para luego poder hablar en forma autorizada, y se habían informado. Ellos mismos fueron desmontando las fake news que habían circulado con facilidad la clase anterior; la palabra circuló, y pudimos charlar y reflexionar juntos: lo que pasó, fue terrible para nuestra convivencia democrática, y podría haber sido mucho peor. Podemos discutir, estar en desacuerdo, proponer cosas diferentes; pero nunca jamás la solución puede ser la eliminación del otro.

   Entonces: pese a la ola creciente de desinformación, y a la polarización que divide a nuestra sociedad, podemos abordar este tema en el aula. Sin recetas, algunas claves serían la de habilitar la circulación de la palabra y el diálogo, y la de empoderar a lxs estudiantes con la responsabilidad de hacerse cargo de lo que dicen, pudiendo investigar, chequear la información, etc. Es un gran ejercicio de fortalecimiento del pensamiento crítico.

     Ahora bien, el primer debate sería: ¿Se debe abordar en el aula? ¿Qué derecho o qué responsabilidad tenemos lxs docentes, para dejar a un lado el contenido que estemos tratando, y dedicarnos a algo que puede ser tildado de “político”?

    Como respuesta, sirve invertir el interrogante: como docentes ¿Qué derecho tenemos a no hacerlo, siendo que debemos habilitar a los ciudadanos que los estudiantes ya son, para que tomen en sus manos la defensa de la democracia, la reproducción consciente de la sociedad en la que vivimos, y la construcción de una que sea cada día más justa? ¿Cuál sería nuestra responsabilidad, si no lo hiciéramos? Más teniendo en cuenta un estado de cosas en el que es prioritario brindar herramientas para distinguir lo verdadero de lo falso, en las noticias que circulan; para demostrar esto fue que abordé invertidos los debates.

   Arriba decía que este debía ser el interrogante más fácil de responder, aunque se convirtió en el más polémico. Es que, siendo todo muy reciente, ni siquiera la mayoría de la docencia se volcó a reflexionar sobre esto en las clases. Hubo varias reacciones para elegir: la bronca contra el feriado, porque había que reflexionar en el aula y no en la casa; el silencio liso y llano; o bien la sospecha. Hoy, a 20 días del hecho, va quedando todo mucho más claro: había una organización, financiada aún no se sabe por quién, que planificó el atentado, y falló.

    Esta claridad que vamos ganando hoy, le va a dar más fuerza a los interrogantes retrospectivos: hubo un intento de magnicidio, lxs docentes debíamos actuar de una determinada manera, unidxs a pesar de nuestras diferencias, en defensa de la democracia y, sin embargo, la justeza de esto se puso en duda ¿Por qué? Acá comparto lo escrito por Schagrodsky hace unos días: el problema no es que nuestra sociedad esté polarizada; es la radicalización de la derecha, que está dispuesta a hacer cualquier cosa, y a impugnar cualquier verdad, por más universal que sea, en su carrera hacia el poder o hacia la destrucción del enemigo, lo que suceda primero. Este estado de cosas habilita que una parte minoritaria de lxs docentes, elija mirar para otro lado antes que “quedar pegada a Cristina”; y que otra, mucho mayor, no encuentre bases firmes desde donde justificar su intervención, tenga miedo por una posible impugnación de padres, directivos o de los propios estudiantes, etc.

    Por eso me parece importante afirmar esto: lxs docentes debemos tocar este tema, y además podemos hacerlo, si generamos las condiciones propicias. No es que vamos a revolucionar el país si lo hacemos. Pero ¿no podríamos ayudar a que algunas cosas, estén un poco mejor?
[1] Un debate en sí mismo, es hasta qué punto ayuda que los medios, como en este caso, repliquen esas opiniones sin distinguir luego lo verdadero de lo falso. Contribuyendo, en los hechos, a desinformar.